os partidos nacionalistas surgieron para defender los intereses de aquellos ciudadanos ubicados en geografías concretas, con una historia, tradición, relaciones económicas y sociales, cultura y lengua propias que los configuraban como pertenecientes a realidades nacionales diferenciadas. Ciudadanos que no percibían cómo sus particularidades, su voluntad de seguir siendo sujeto de ellas, se canalizaba, socializaba, tomaba cuerpo y adquiría suficiente reconocimiento y respeto por parte del poder del Estado en el cual estaban ubicados. Los partidos nacionalistas, disidentes políticos activos en relación a la evolución de las fronteras que la historia dibujaba, cuestionaban supuestos intocables tabúes, como eran, y son, los propios ámbitos de decisión.
Pero es cierto también que con el paso del tiempo no todo sigue igual. El ciudadano ha cambiado, la sociedad, la estructura demográfica, social, económica y cultural ha cambiado también. Las mutaciones en la composición y estructura del cuerpo electoral son enormes. Las circunstancias políticas mundiales y locales, el propio entorno personal y social, próximo y lejano del ciudadano, definitivamente han cambiado. La globalización, los flujos de personas y migraciones, los intercambios interculturales, las condiciones de vida de las futuras sociedades generadas por el imparable progreso de las nuevas tecnologías nos deparan un futuro desconocido e impredecible. Así, los influjos de la sociedad llamada global no ayudan muchas veces a explicar qué significa ser (un partido) nacionalista como algo asumible y fácilmente comprensible por ciudadanos de procedencias diversas, pero también por ciudadanos oriundos que pueden considerar que la cuestión nacional, o bien está ya resuelta razonable y satisfactoriamente, o bien se trata de un tema no prioritario en su escala de valores.
Un 31 de julio de 1895, hace hoy 125 años, Sabino Arana fundó EAJ-PNV. Sí, 125 largos años cual eslabones de una larga cadena construyendo y vertebrando Euskadi, construyendo y vertebrando la nación vasca. Un Sabino Arana sobre el que hace 85 años, Javier de Landaburu, a la sazón diputado por Álava al Congreso y más tarde vicelehendakari en el exilio, escribía en la revista Euzkadi un emotivo artículo titulado Nos recondujo a nuestro hogar. Así decía: “Y surgió un hombre. ¿Providencialismo, casualidad? El hecho es que surgió un hombre que sintió por primera vez problemas que sus compatriotas no habían notado. Pasó aquel hombre y su obra siguió. Hoy, ese Pueblo va construyéndose su vida propia y aspira a conseguirla plenamente en plazo no lejano. La obtendrá porque tiene derecho a ella, pero también, y es lo que más importa, porque quiere tenerla y podrá sustentarla. Lo que fue deseo de un individuo hoy es ansia de muchos y mañana será voluntad firme de todo un Pueblo”.
Tras las carlistadas, la abolición de los fueros, el auge de la industrialización que trajo consigo una fuerte inmigración y un gran cambio en poco tiempo en la sociedad vizcaína, Sabino Arana fundó el PNV y lo hizo con la finalidad de lograr la independencia de Euzkadi y fundar un Estado vasco de los siete herrialdes. El objetivo último lo describió con meridiana claridad: Burujabetza del Zazpiak Bat. Había que defender los intereses e inquietudes de aquellos vascos que vieron cómo su cultura y lengua, su voluntad de seguir siendo colectivo vasco consciente, se ninguneaba. El nacionalismo vasco promulgado por Sabino Arana de la mano de EAJ-PNV nació en una época de bruscos cambios y crisis que resultan fundamentales para su comprensión: caída del antiguo régimen, florecimiento de las ideas liberales centralistas y laicistas, caciquismo, crisis del carlismo tras su derrota militar y la pérdida de los fueros, crisis del nacionalismo español, políticas coloniales y procesos de emancipación colonial, inicios de la revolución industrial y surgimiento del socialismo, inmigración y paulatina desaparición del euskera y de la cultura vasca. Sabino Arana no se puso de perfil, se comprometió, fue un innovador para su época que generó tensión positiva en muchas conciencias. Acuñó para el devenir de la historia un mensaje clave y fundamental, un sueño prontamente compartido, el “Euzkotarren Aberria Euzkadi da -Euzkadi es la Patria de los vascos”. De su mano nos vinieron también la ikurriña y el himno de Euskadi. Fundó EAJ-PNV como agrupación de aquellos vascos que no aceptaron el despojo político-institucional practicado en tierras vascas tras la abolición violenta de los fueros vascos en nombre de la unidad de la nación española. Afirmó el ser nacional del Pueblo Vasco, proclamó ante la historia su objetivo político, Euzkadi, y pacífica y democráticamente planteó la consecución de sus derechos políticos. Conoció las corrientes nacionalistas europeas de finales del XIX y aplicó en Euskadi el principio de las nacionalidades en boga. Enfrentado a lo imperante, conectó con la sociedad vasca y frente al centralismo buscó una participación política más cercana, horizontal y democrática. Planteó retos que los vascos necesitaban para afrontar el nuevo siglo oponiéndose a las posiciones de dominio de instituciones centralistas, tanto políticas, como sociales, culturales e intelectuales.
Debido a la colaboración de su padre en los preparativos de la carlistada de 1872, conoció el exilio. En julio de 1894, fundó la sociedad Euskaldun Batzokija izando por primera vez la ikurriña. Un año más tarde fue elegido el primer BBB que ya en agosto fue denunciado por el Gobierno Civil acumulando así su octava denuncia y su sexto procesamiento por artículos publicados en Bizkaitarra, suponiéndole ello ser acusado de “excitación a la rebelión”. Condenado a 11 meses y un día, ingresó en prisión. En septiembre, su periódico y el Euskaldun Batzokija fueron clausurados, siendo procesado nuevamente por conspiración a la rebelión. Murió joven y enfermo con tan sólo 38 años.
Si Sabino viviera hoy y aquí, se preguntaría cuáles son los retos de esta Euskadi del siglo XXI. Y lo haría con planteamientos, fórmulas e ideas que hoy se mueven por el mundo. Escudriñaría las coordenadas históricas por las que habría que pasear a pecho descubierto y en igualdad de condiciones por los raíles de la historia interdependiente y común. Reflexionaría sobre conceptos como in(ter)dependencia, lo confederal asimétrico, (co)soberanía, (co)decisión, bilateralidad, (co)gobernanza colaborativa y autogobierno vasco en una Europa unida pero diversa. 125 años más tarde del nacimiento de EAJ-PNV, aquella su voluntad política se revalida hoy en la defensa y afirmación de una personalidad colectiva de una Euskadi de siete herrialdes definida pacífica y democráticamente en su voluntad de querer ser. Hacer frente a este reto supone seguir insistiendo pragmática y eficazmente en la construcción de la nación vasca, implicándonos en construir una sociedad innovadora y de bienestar, capaz de adelantarse a los cambios, basada en personas conocedoras de la importancia del trabajo bien hecho con sentimiento de pertenencia a una comunidad que comparte un proyecto a largo plazo en una Euskadi cohesionada y con sentido de la identidad. Así se manifestaba el actual lehendakari, Iñigo Urkullu, en abril de 2008, siendo entonces presidente del EBB de EAJ-PNV: “Como nacionalistas vascos trabajaremos por articular políticamente los territorios vascos, pero manteniendo en todo momento que ni la historia ni la geografía según esquemas pasados son realidades determinantes a futuro. En la cultura política democrática que profesamos, los proyectos políticos se legitiman por el consentimiento explícito de la ciudadanía. El futuro común de los vascos se ha de configurar en torno a un proyecto libre y democráticamente compartido”. Una identidad abierta para los que nos vienen de fuera, una identidad movilizadora para los retos económicos de innovación y conocimiento, y una identidad solidaria para dar oportunidades a los que la vida más duramente ha golpeado.
Termino parafraseando a Andoni Ortuzar, presidente del EBB de EAJ/PNV, en el 155 aniversario del nacimiento de Sabino Arana: “…nos sentimos herederos legítimos y legitimados de Sabino Arana y, como tales, es nuestro deber continuar el camino trazado para la libertad de Euskadi. Avanzando con seguridad, con certidumbre y templanza. Contando siempre con los deseos que exprese la ciudadanía. Sin saltos al vacío. Sin romper la convivencia. Sumando adhesiones. Respetando la diferencia. Y dando la voz y la decisión al pueblo. Hoy, como ayer, ratificamos nuestro compromiso por y para Euskadi. Y nada y nadie nos harán desfallecer en el empeño…”. Así lo confirman los magníficos resultados de EAJ-PNV en las recién celebradas elecciones al Parlamento Vasco.
El autor es profesor