ací en diciembre de 1984. Soy, por lo tanto, millennial. Seguramente no seamos tan diferentes a otras generaciones en muchas cosas. Pero sí nos ha tocado vivir el boom de la información y su difusión (impulsada por los medios digitales y sociales). Por lo tanto, se ha hablado más de nosotros que de otras generaciones. Pero, sobre todo, creo que pasaremos a la historia como una generación especialmente poco afortunada con la salud económica de los países desarrollados (no así en los que en vías de desarrollo; el mundo, en agregado, crece). En mis breves pero intensos primeros doce años de carrera profesional, he vivido ya dos crisis económicas y sociales de dimensiones mayúsculas. Nada más terminar mis estudios de Ingeniería, estalló elcaso Gürtel en España. Lehman Brothers acababa de caer. Me pasé varios años aprendiendo sobre productos financieros obtusos que habían hecho perder mucho dinero a mucha gente, y también perder la confianza en el sistema a otros. Cuando ya llevaba unos tres o cuatro años acostumbrado a cierto crecimiento económico, aprendí lo que es una pandemia. Siempre podré decir que sobreviví a una pandemia (espero). Pero también diré que mis primeros años de carrera se están convirtiendo en años de complejidad laboral y de resistencia.
Los millennials más mayores tienen ahora mismo 40 años. Según la Reserva Federal de los Estados Unidos, a esta misma edad, los baby boomers-nacidos tras la Segunda Guerra Mundial, que tenían 40 años en 1989-1990-, poseían el 21,5% de la riqueza. Nosotros, los millennials, a la misma edad, poseemos el 2,7% de la riqueza. Es elocuente la cifra. Los 40 años me parecen una cifra importante. Podemos decir que es el punto medio de nuestras vidas. Y muchos y muchas, afrontan el futuro con dudas, incertidumbre y falta de estabilidad. Sin estos elementos, conformar una familia, ahorrar o hacer planes de futuro, evidentemente, resulta muy complicado.
¿Qué es ese elemento abstracto de riqueza? Son activos inmobiliarios, propiedades en empresas, fondos de inversión, ahorro privado para las pensiones (!), dinero en cuentas corrientes, etc. Vayamos a algunos de los más nucleares para la vida de una persona. En 1989 un 32% de los boomers tenían activos inmobiliarios (una casa, una segunda residencia incluso, etc.). En 2019, solo un 4% de los millennials poseen una casa en propiedad. El gap es del 28% (!). Pensemos en las posibles consecuencias de algunas de estas cifras. Nuevamente con datos de Estados Unidos, podemos observar cómo en la actualidad los boomers (que tienen actualmente entre 56 y 74 años) poseen el 57% de la riqueza total. Eso hace que el porcentaje para los millennials sea sustantivamente menor. Esto es relevante a la hora de pensar en las herencias. Cuando esto suceda, la desigualdad crecerá. El que los millennials hayamos tenido estas dos grandes crisis, no nos está facilitando la movilidad social. Las herencias corresponderán a aquellos que hayan tenido la fortuna de nacer en el seno de familias adineradas, y no tanto por el mérito desarrollado.
Dirán que falta una generación por medio. Sí, es la generación X, los que nacieron entre 1965 y 1980. Esta generación, que tiene actualmente entre 40 y 55 años, posee el 17% de la riqueza. En la crisis anterior de 2008-2009, que también vivieron, fueron los más castigados. Pero también son, junto con los boomers, los que más han ganado en estos diez últimos años. Es decir, que la crisis del covid-19 nos afecta a todos y todas, pero no todos estamos en la misma situación para salir de ella. Se habla mucho de pactos de Estado para la futura reconstrucción. Quizás sea el momento de revisar estas cifras generacionales. Sobre todo por el efecto de la desigualdad y dificultad para la movilidad social. Nuestra generación se acordará dentro de 30 años de estos años que nos han tocado. Concluyo por ello solicitando un pacto intergeneracional con discriminación positiva hacia esta generación tan castigada (datos mediante).