ace más de 20 meses, julio de 2018, en este medio de comunicación presentábamos un libro titulado 100 propuestas para la posglobalización. Nuevos tiempos, nuevos conceptos; EXONOMIA. Entonces, muy lejos de esta premura que nos agobia, anunciábamos posibles cambios ante el movimiento supremacista que la globalización ejercía como único camino para el desarrollo de los países y las personas. La globalización avanzaba ampliando la libre circulación mundial de dinero, mercancías y personas. La parte económica dio el primer disgusto por la contaminación mundial de activos basura -crisis de Lehman Brothers- en los fondos de inversión. Fue la crisis económica del 2008, con los rescates a la banca y el descenso del empleo y la riqueza económica. La movilidad de personas -el segundo globalizador-, traslada ahora una pandemia que paraliza la economía y los movimientos de mercancías. Pequeñas crisis anteriores, como la de las vacas locas, apuntaban a los riesgos de la globalización de los mercados. Ahora vemos también la debilidad de las concentraciones y deslocalizaciones masivas en la producción de bienes básicos, para responder con urgencia, en este caso a una crisis sanitaria. Sin duda, a partir de ahora la movilidad de personas y mercancías se verá muy afectada y en consecuencia los oficios de producción y servicios al publico. Si no hay turismo van a sobrar aviones y fábricas de componentes en todo el mundo. Pasamos en su día por la rotonda de la crisis del 2008, había cuatro alternativas y elegimos volver a la misma carretera tan pronto como pudimos, sin apenas replantearnos estas cosas.
La posglobalización, en el libro citado, no se define de una forma precisa. Se dice que, si aprendemos de los errores, será una amalgama de nuevos modos de pensar, vivir, ser y hacer. Su naturaleza dependerá de las decisiones que tomen los órganos de mayor poder, ante la creación de una nueva opinión pública, que cambie las prioridades y los valores sociales compartidos. De esto último todos somos muy responsables. Lo que venga tendrá elementos del anterior modelo globalizador e ingredientes de otro contrario. La globalización entendida como hasta ahora, no debiera ser el vector dominante en el desarrollo futuro.
Los marcos definitorios de las tendencias sociales van cambiando con estos eventos colectivos que afectan a todos y con gran impacto personal. Las posiciones políticas pasan a ser cuestiones menores, cuando el problema es de la magnitud del presente. Solo las personas inteligentes, generosas y con visión social del momento se alejan de la confrontación política, para apoyar las soluciones y aportar el máximo de sus capacidades. Cooperación y competición se enfrentan claramente como opciones posibles, cuando no habría que haber ninguna duda.
Las cuestiones básicas de la globalización deben ser repensadas. ¿Lo haremos? ¿O esperaremos a que lo provoquen los mercados? Deberíamos introducir otras alternativas al diseño social vigente. Por ejemplo: seguir consumiendo o reducir las opciones de productos activando el reciclaje desde el origen; seguir creciendo la población urbanizada o llenar los espacios rurales vacíos pero con servicios, más caros o tal vez mas tecnológicos; disponer de sanidad de calidad con recursos para todos o solo para quienes puedan; dotar medios para la investigación y educación de alta calidad y orientadas al futuro; fomentar la autonomía productiva local frente a la producción más barata, sea donde sea; dotarnos de grandes instalaciones sanitarias o más bien de sistemas integrales de apoyo sociosanitarios muy distribuidos en los barrios y en el territorio.
Ya lo decíamos en el texto citado: “La globalización ha desarrollado las oportunidades económicas de los diferentes países en desarrollo, con un modelo economicista y de concentración de recursos, dentro de una visión competitiva intensa entre los países y entre las organizaciones”. Algunos aspectos que la posglobalización puede replantear tras la situación actual pueden ser:
1.- La globalización conduce a sistemas de alta concentración de poder, en espacios altamente competitivos, tanto entre países, como entre sus empresas. Por ello los sistemas de multilateralidad transversales o de unión cooperativa para proyectos conjuntos, a todos los niveles, no funcionan o sus éxitos son excepciones. Vemos a Europa en dificultades, dotada de estructuras piramidales supranacionales que no avanzan. Estas estructuras piramidales dominan los sistemas de representación y decisión, e impiden el natural acuerdo entre iguales, en modelos ágiles de cooperación transversales y mas autogestionados.
2.-La tecnología produce mejoras en los procesos productivos que se vierten en la propiedad de las grandes empresas, alejando a la población en general de un beneficio que es colectivo. Las patentes, resultados de la investigación, son un mercado jugoso y de protección interesada, cuando el conocimiento debería ser un bien público.
3.-El modelo de relación con el espacio natural, nos va conduciendo a concentrar a los humanos en grandes ciudades. Desde 2005, ya son más los urbanitas que los rurales. La vulnerabilidad sanitaria y el nivel de contaminación crecen en este modelo, mientras los espacios rurales se vacían por falta de servicios y oportunidades. El desarrollo de las economías rurales sostenibles es el mejor garante de la conservación de los espacios naturales contra el cambio climático.
4.- La evolución de las economías: productiva (fabril y servicios) y especulativa (bolsa) a través de los acuerdos comerciales, son las que miden el progreso, la llamada riqueza económica (PIB). La realidad social de los cuidados pasa a ser un vector secundario y sin relevancia en la medición de la riqueza. No medimos muchas cosas que son relevantes en la calidad de vida de los ciudadanos (ver los seis activos sociales- www.escueladisenosocial.org). Cambiar lo que medimos puede hacernos ver las cosas de otra manera para asegurar otros resultados.
5-La reacción ante la globalización masiva puede ser una vuelta a la autoproducción de recursos básicos locales, que en cierta manera puede compensar el desempleo y los suministros básicos de productos y servicios. La agricultura y la ganadería local pueden salir reforzadas. La España vaciada es una realidad derivada de una urbanización masiva y de una concentración de los recursos. Si el precio es el criterio, siempre habrá un país que produzca más barato por ventajas salariales y de gastos sociales.
6.-La actual educación de la población y los sistemas educativos de los más jóvenes son el coronavirus del largo plazo. Este se inocula lentamente, pero sus efectos no los vemos hasta que pasa mucho tiempo. Las personas nos comportamos de adultos según unos principios arraigados en la educación temprana. La educación individualista y consumista que rebosa en los medios de comunicación, es el “consumivirus” que dibuja una sociedad sin límites. El libre comercio no equivale a “todo vale con tal de vender”, cuando afectamos a los principios éticos y los negocios generan problemas de un coste social relevante, como es el caso del juego.
Puede que en esta encrucijada aprendamos poco o mucho, pero esa no es la cuestión. La cuestión es cuánto cambiaremos, a nivel personal y comunitario. Los vínculos de solidaridad y altruismo que ahora surgen espontáneamente son una señal de que hay potenciales personales no desarrollados. Hay una reserva social de capacidades en la organización entre los más próximos, las comunidades. Los miles de amigos de las redes sociales se esfumaron, y se han quedado los verdaderamente amigos por la red o por la escalera.
Seguramente en este momento de enfrentar la globalización con otras alternativas, tengamos que optar con un mantenimiento de esta primera opción, desescalándola para algunas cosas, y un replanteamiento o escalada para otras. Venimos mucho tiempo hablando de la economía de las cosas y la de las personas. Lo que en la primera vale, como la automatización para la fabricación, en la segunda es un mal remedio que causa de muchas desastres, como la institucionalización en residencias de mayores.
Así los sistemas sean públicos o privados que atienden a los derechos fundamentales de educación, conocimiento, salud, cultura y vivienda (ocupación del territorio) han de diseñarse para una función descentralizada, personalizada y orientada al futuro. La tecnología nos servirá mucho para ambos enfoques, lo productivo y lo personal, cosas y personas, buscando un deseado equilibrio entre libertad, eficacia, bienestar colectivo y responsabilidad, sólidamente basados en una educación cívica de alto nivel. No nos vale el diseño social vigente.