Suponemos que para el que la escalada o el esquí de montaña es “solo” un deporte, esta es una buena noticia. Se supone que también debería serlo para nosotros: “El sumun de una vida deportiva, acabar en las olimpiadas?”. Pues bien, todos los que creemos que lo nuestro es mucho más que un deporte, tenemos nuestras serias dudas sobre los supuestos beneficios que nos traerá esta noticia. Y que en ningún caso parezca que los Pou estamos en contra del progreso, porque está claro que la sociedad evoluciona y las cosas cambian, y oponerse a ellas en la mayoría de los casos no tiene demasiado sentido. Pero dejadnos, que después de toda una vida en la montaña, y con padres también montañeros, nos permitamos hacer un pequeño análisis de lo que la incursión de las Olimpiadas en los deportes de montaña, creemos que nos acarreará.
Y empezaremos por los pros, para que nadie diga que no somos positivos:
- Una mayor tecnificación, por lo tanto, mejores instalaciones (rocódromos), mejores métodos de entrenamiento, mejores entrenadores, etc. qu harán que cualquiera de estos deportes suba en términos de nivel.
-Más dinero por parte de instituciones públicas y privadas, que harán que estos deportistas puedan tener más dedicación y por lo tanto mayor calidad en la consecución de sus “ejercicios”.
Y los contras:
-Mayor espíritu competitivo dentro y fuera de las pruebas. Si en los últimos años los que nunca hemos mirado nuestra actividad con afán competitivo, nos empezábamos a quejar de la aproximación híper-competitiva que muchos atletas tenían al mundo de la montaña (bajar los grados de las vías de los demás constantemente, despreciar el trabajo ajeno pensando que siempre el propio es mucho mejor, darle una importancia vital al cronómetro en un medio en el que siempre ha primado la dificultad, etc.), imaginaos ahora que vamos a estar en las Olimpiadas?
-El dinero que llegue de las instituciones públicas no va a ser un regalo. Es un dinero invertido para conseguir medallas, con lo que los atletas que entren en este juego, conseguirán este apoyo siempre y cuando logren los objetivos que tienen estipulados. Hasta aquí todo bien; sucede en todos los deportes olímpicos. El problema es que si ya costaba encontrar ayudas para un chico o chica joven que se dedicaba al alpinismo (la esencia de las actividades en montaña) imaginaos ahora? Vemos perfectamente al político de turno preguntándole al chaval o chavala: ¿pero tú nos puedes conseguir una medalla?
Lo mismo va a pasar con las empresas privadas del sector. Hasta hace muy poco todavía algunas defendían nuestros valores a pesar de regentar un negocio (creo que nosotros somos un ejemplo de esto: somos profesionales pero tratamos por todos los medios de anteponer nuestros valores montañeros al dinero). Pero esto también se está perdiendo? Ahora la línea de negocio son las Olimpiadas, con lo que los atletas que no compitan, y representen nuestra actividad con pasión, amor y respeto, en un escenario muchísimo más grandioso y salvaje que las Olimpiadas (Las Montañas), lo tendrán cada vez más difícil para conseguir apoyo de las marcas del sector.
-La llegada de sustancias prohibidas a nuestro mundo. Suponemos que hace tiempo que ya están, pero está claro que cuando empieza a haber más dinero y lo importante es ganarle al de al lado, siempre hay alguien que rompe las reglas.
-Son poquísimos los chavales que viniendo de la alta competición vayan a hacer una transición al outdoor y en un futuro los veamos equipando vías de deportiva o abriendo rutas de alpinismo. La prueba la tenemos en las últimas generaciones de chicos y chicas que venían de la copa del mundo: todos estaban muy fuertes, pero casi ninguno se planteaba aprovechar esta fortaleza para, por ejemplo, equipar vías propias y llevar el nivel de la escalada un poco más allá. De hecho, la mayoría han pensado siempre que “los parabolts caían del cielo y se quedaban pegados en la roca”. Detrás de equipar vías o abrir rutas de alpinismo, hay un esfuerzo enorme tanto personal como económico, que nunca está suficientemente agradecido. Un esfuerzo que sí repercute directamente sobre la comunidad montañera y que nunca se apoya lo suficiente.
-Las federaciones de montaña que lo van a tener aún más fácil para apoyar solo al deporte reglado (¡aún más justificado con unas Olimpiadas de por medio!) y quitarse de encima lo que les da problemas, que son todas las actividades que se realizan al aire libre, olvidándose que históricamente se constituyeron para defender esto último.
Suelen decir que cuando tienes que tomar una decisión importante y no sabes hacia qué lado hacerlo, escribas en un papel los pros y los contras. Pues bien, ya veis lo que nos ha salido a nosotros.
Y que nadie piense que los Pou no apoyaremos a nuestros deportistas en las Olimpiadas. Lo haremos porque sabemos la ilusión, las horas de entrenamiento y el sacrificio que hay detrás de una clasificación para las mismas, pero también ayudaremos a que toda esta nueva generación -si quiere- se reinvente, volviendo a la montaña, y aportándole a esta toda su fortaleza, para que con un taladro en la mano, unas zapatillas en los pies o los esquís, lleven nuestra actividad un poco más lejos.
Sí, lo sabemos, muchos estáis pensando que tenemos una mentalidad antigua, excesivamente romántica. Probablemente sea verdad, pero “a mucha honra”, porque disfracemos de lo que lo disfracemos, los grandes escenarios en los que se desarrollarán las grandes actividades de montaña seguirán siendo los mismos: esos grandes picos, muchos de ellos vírgenes, con caras norte espeluznantes, en los que solo de pensar en meterse nos crearán un nudo en la garganta?
Para los dos que suscribimos este artículo y para mucha gente más, la montaña es mucho más que un deporte, es un estilo de vida, un estilo de vida que nos mantiene en contacto con la naturaleza, que es de donde venimos y donde acabaremos: “Larga vida a la montaña”.
Los autores son escaladores