Ay, qué tiempos aquellos en los que uno sabía a qué atenerse en materia meteorológica con solo echar un vistazo a la hoja correspondiente del calendario. Era otra época, más sencilla y con más certezas y que ayudaba a hacer la vida un poco menos complicada. Sin embargo, hoy día, gracias al cambio climático, se antoja imposible lidiar con el clima y con sus múltiples variables y disonancias. Estas líneas se escribieron después de padecer en persona y en apenas unas horas de un día normal todas las estaciones y casi todas las inclemencias, circunstancia que contribuyó a desmejorar aún más mi tradicional imagen decrépita. No me mal entiendan, que ya sé que septiembre da paso al otoño y que éste acostumbra a variar en sus comportamientos. Hasta ahí no habría mayor problema. El caso es que, tras padecer un frío invernal a primera hora, nosequé frente asociado a Dorian me dejó empapado hasta los huesos para, a continuación, empezar a sudar gracias a unas temperaturas de aúpa que invitaban a arremangarse. Supongo que, si sigue la racha, tendré que echar mano a las cadenas del coche, no sea que toque una nevada extemporánea. En fin, creo que, como todo en la vida, habrá que acostumbrarse para no sucumbir ante los acontecimientos.