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Sostenibilidad

Hay días en los que intentar ser un ciudadano apegado a la sostenibilidad se antoja complicado. Sobre todo, cuando uno se conciencia en intentar reducir la emisión de gases de efecto invernadero y apuesta por moverse en transporte público y, en él, agoniza por otro tipo de vapores, habitualmente, disgregados de seres humanos con muy poco respeto por la convivencia aromática con el resto de la humanidad. Entiendo que los días son muy largos y que, habitualmente, estos requieren de esfuerzo para ganarse el jornal. Lo que ya no me parece tan normal es que en según qué alerones haya acumulado el sudor de toda una fundición y que, esa variedad olfativa se ofrezca sin disimulo para que la concurrencia la cate y paladee cuando no queda más remedio que respirar para no morir asfixiado. En fin, que dadas las circunstancias, entiendo que haya grandes sectores de la población que aún se mueven en vehículos de combustión, sobre todo, si estos se engalanan con colgantes en forma de pinos capaces de aromatizar el utilitario con reminiscencias a monte, jardines, playa o ramilletes de mil flores. El caso es evitarse el oprobio de comprobar que entre los culpables del cambio climático hay muchos ciudadanos que viven sin desodorante.