Gasteiz acaba de vivir un nuevo atropello mortal. El fallecimiento de una joven de 14 años tras ser arrollada por un vehículo el pasado 18 de enero cuando cruzaba por un paso de cebra en la Avenida de Naciones Unidas vuelve a recordar de la manera más triste y cruda un problema importante de seguridad vial al que quizá no siempre se presta la suficiente atención, tanto por parte de las instituciones responsables como de los propios ciudadanos, ya sea en nuestra condición de peatones, de ciclistas o de conductores. Los datos de la Policía Local de Vitoria son elocuentes: en 2018, se produjeron en las calles de la ciudad 176 atropellos, lo que supone prácticamente un incidente de este tipo cada dos días. Estos siniestros causaron 126 heridos y una víctima mortal. Solo hasta el 25 de enero, se han registrado ya 12 arrollamientos, diez con heridos y uno de ellos tristemente se cobró la vida de la joven en Zabalgana. Sería simplista y errado no afrontar este problema desde los múltiples factores que son responsables de este tipo de accidentes. Sin duda, es particularmente relevante la incidencia -como la semana pasada denunciaban vecinos de Zabalgana, Salburua o Larrein- de la propia configuración de las calles en estos nuevos barrios por ejemplo, calles amplias que potencialmente permiten a los vehículos circular a mayor velocidad de la lógica y la permitida. Medidas por tanto como la instalación de radares, semáforos y badenes o la reducción de límites de velocidad se convierten en necesarias ante la falta de civismo de algunos conductores. Esa falta de civismo, en forma de conducción bajo los efectos de alcohol o drogas o de circulación a velocidades excesivas -con el incumplimiento de las normas y leyes que estas conductas supone-, pero también cuando como peatones no respetamos los semáforos o las zonas previstas para cruzar las calles propiciando situaciones de riesgo, está en el origen de muchos de los atropellos que ocurren en nuestra ciudad; sin olvidar los despistes -al volante, en bici o caminando- y las propias condiciones de las vías que a veces generan inseguridad por falta de visibilidad, por ejemplo. Por tanto, el Ayuntamiento debe estar alerta y tomar medidas rápidas y eficaces para reducir estos accidentes -sobre todo en aquellos puntos de la ciudad que se observan particularmente proclives a ellos-, pero este objetivo es también labor y responsabilidad de todos como ciudadanos.