A partir de hoy, regresa a las aulas de los centros concertados vascos la normalidad lectiva tras los ocho días de huelga vividos las semanas anteriores, que han condicionado la actividad educativa de casi 120.000 alumnos y la vida diaria de sus familias. Una normalidad solo aparente, porque el conflicto que ha originado la movilización de los docentes no se ha resuelto ni, a día de hoy, tiene visos de hacerlo dadas las posturas de ambas partes. La situación, además, puede incluso agravarse ya que existe una amenaza latente de que desemboque en la convocatoria de una huelga indefinida, lo que sería un verdadero desastre no solo para las decenas de miles de alumnos, abocados en la práctica a perder definitivamente el curso escolar, sino para el propio sistema educativo y para el conjunto de la sociedad vasca. Lo que parece claro es que los paros llevados a cabo no han servido no ya para resolver el conflicto, sino ni siquiera para abrir el diálogo. La mesa de negociación no se ha reunido en las últimas semanas y de momento tampoco hay fecha prevista para un futuro encuentro. Huelgas duras como las que se han producido tienen el riesgo añadido de, además de las consecuencias directas hacia los colectivos afectados, en este caso los alumnos, el enconamiento de las posiciones. Esta semana, los sindicatos tienen previsto hacer balance de los paros, analizar la situación tras los mismos y adoptar nuevas decisiones. Es de esperar que examinen la realidad con rigor -el desarrollo y el seguimiento de la huelga ha sido irregular y desigual-, pondere con serenidad las propuestas de la patronal -en especial la última, en términos muy similares a los que fueron aceptados en las ikastolas en situación parecida- y los escenarios que se abren y actúen con responsabilidad. A su vez, la patronal debe también tomar conciencia de la complicada situación del colectivo de docentes de sus centros, que ha perdido un 12% de poder adquisitivo. En este contexto, cobra especial importancia el protagonismo que han asumido las familias afectadas -ayer volvieron a movilizarse en Gasteiz- para la lógica y razonable exigencia de que las partes dialoguen, negocien y, en definitiva, acuerden sacar el conflicto de las aulas -donde nunca debió entrar-, impedir la pérdida del curso y aunar fuerzas por la excelencia educativa.
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