Han pasado tres lustros de esto: “Los nuevos padres deberían seguir luchando para que sus hijos tengan la oportunidad de ver otra televisión. No es fácil, pero sí posible. La tele se debe ver cuando no hay nada mejor que hacer. Y si el hijo ve un programa, hay que hacerlo con él, explicarle, ser crítico y relativizar las cosas”. Lo contaba la directora, guionista y escritora Lolo Rico en estas páginas, en una entrevista que terminó con la creadora de La bola de cristal pidiendo al entrevistador (un servidor) un abrazo sólo porque le di las gracias, como niño, por su trabajo. Pero da la impresión, o así lo demuestran los hechos, que ni otra tele ni otra sociedad es posible. “Si a la gente le acostumbras a la porquería, responde. Aún así, no hay que disculpar al público. La gente secunda todo esto. ¿Qué pasa? ¿Son los espectadores tan torpes? ¿Son tan tontos que se dejan manipular? No entiendo que no se proteste y que los peores programas sean los que más audiencia tienen”. Lolo Rico nos ha dejado hace unos días. Y como pasa siempre en estos casos, más allá de algún tuit tontorrón, pocas son las voces con mando en plaza que han tenido el más mínimo gesto para con una mujer que, con todos sus defectos y errores, marcó una forma de hacer y crear. Agur Lolo.