El inicio de un proceso de diálogo en torno a las 31 aportaciones que ha recibido el proyecto de unidad didáctica Herenegun sobre la violencia y el contexto sociopolítico vasco 1960-2018 supone una evidencia más del esfuerzo de consenso que el Gobierno Vasco, desde su Secretaría General de derechos Humanos, Convivencia y Cooperación, viene realizando con el fin de consolidar la contribución de la educación vasca a una memoria inclusiva y compartida. Del mismo modo, que de esa treintena de aportaciones, dieciséis consideren el proyecto válido o adecuado mientras siete abogan por una reforma profunda y otras siete por su retirada denota tanto el difícil equilibrio de sensibilidades al que debe hacer frente el proyecto como la complejidad intrínseca al diálogo que ahora se abre y cuyos únicos límites dibujó ayer Jonan Fernández con nitidez: ninguna legitimación de la violencia puede ser aceptable y ninguna vulneración de los derechos humanos puede ser ignorada. Ahora bien, dentro de esa enorme dificultad para el consenso en torno a una memoria, reciente o histórica, siempre afectada por las diferentes adscripciones ideológicas, el apoyo de la comunidad educativa -que el Consejo Escolar explicitó desde un primer momento y que han refrendado Kristau Eskola, la UPV/EHU o las universidades de Deusto y Mondragon- y la participación en el programa de víctimas de violencias de diferente signo desacreditan cuando menos aquellas críticas que se realizan desde y por un mero interés político. Así que posponer la puesta en marcha de la unidad didáctica hasta el próximo curso, evitando que se convirtiera en los próximos meses en herramienta de confrontación electoral, no solo es un acierto sino que también denota, frente a quienes descalifican la iniciativa, la pulcritud de la misma y la disposición a preservarla de contaminación partidista. Porque ni todas las reprobaciones ni todas las aportaciones realizadas a Herengun se pueden considerar libres de ella y, por tanto, de carácter constructivo para el objetivo de dar a conocer a los alumnos vascos lo sucedido. Al menos si se pretende una visión contrastada y plural, desde un prisma de objetividad que, en todo caso, no puede suponer una descontextualización de las violencias sufridas por la sociedad vasca de sus antecedentes, causas y correspondencias históricas.