El primer aniversario de los atentados yihadistas que tuvieron lugar en Barcelona y Cambrils con el trágico balance de 16 víctimas mortales -a las que hay que añadir ocho terroristas- se celebra hoy entre el dolor, la solidaridad con todos los afectados y, desgraciadamente, la polémica por una extemporánea e incomprensible contienda política. La matanza que comenzó el 17 de agosto de 2017 en Las Ramblas de la capital catalana y prosiguió al día siguiente en Cambrils conmovió al mundo por su brutalidad y su elevado número de víctimas inocentes. El comportamiento ejemplar de la ciudadanía de Barcelona -reproducida también en toda Catalunya y el Estado español en general-, que asistió a los heridos, colaboró en la identificación de los terroristas y llenó las calles de solidaridad y afecto hacia las víctimas, así como de los servicios de emergencias y de los Mossos d’Esquadra, se vio empañada casi desde el inicio por asuntos que poco tenían que ver con los atentados y que avivaban una estéril polémica política y partidaria. Lo grave es que, un año después, el escenario, aún más polarizado debido a los acontecimientos -muchos de ellos, graves- que han tenido lugar durante el denominado procés se está volviendo a reproducir, enfangando la memoria y añadiendo dolor a las víctimas y a todos los que de buena fe quieren rendir homenaje y mostrar su solidaridad con los afectados y su rechazo rotundo al terrorismo. Las acusaciones y reproches que se están lanzando desde sectores políticos y mediáticos a los distintos cuerpos policiales sobre su papel en los atentados y en la investigación anterior y posterior, la posible descoordinación entre las policías y también entre los Gobiernos catalán y español, la presencia del rey en los actos de homenaje y los posibles actos de protesta y las declaraciones cruzadas están ocultando el verdadero sentido que debe tener el aniversario, que no es otro que el recuerdo y la solidaridad. La actitud de las víctimas, en este sentido, ha vuelto a ser modélica. Además de denunciar su “abandono” institucional tras los primeros días, han exigido que no se utilice su dolor para hacer política y han demandado que hoy sea un día de recuerdo y unidad frente al terror y no para el enfrentamiento. Ese es el único espíritu que cabe y que debe imperar por encima de cualquier otra consideración en una jornada como la de hoy.