Muy fan, pero que muy fan, de la respuesta que el Museo Rubens de Amberes ha dado al meapilismo hipócrita e ignorante de Facebook, esa red social envuelta en el escándalo del comercio con datos privados de sus usuarios sin su conocimiento para que fueran utilizados, entre otras cosas y presuntamente, para afinar de manera inquietante una campaña electoral, pero que parece dudar bastante menos cuando se trata de censurar las publicaciones de, por ejemplo, el Museo Rubens si se le ocurre subir la imagen de un cuadro en el que aparezca un desnudo o semidesnudo. Así que en el mencionado museo, hasta la peineta ya, han optado por reírse, que suele ser siempre la mejor opción. Un grupo de vigilantes busca entre sus salas a los visitantes con cuentas en Facebook y les impiden pararse ante obras con desnudos, como el Descendimiento de la cruz de Paul Rubens, que fue censurado en esa red social. “¿Tiene alguna cuenta en redes sociales? Entonces tengo que protegerle del desnudo, aunque sea artístico por naturaleza”. La censura en la red llevada a los pasillos de un museo, por el bien del visitante claro, resulta entre hilarante y aterradora. En estos casos, recuerdo el capítulo de Los Simpson en el que Springfield veta el David de Miguel Ángel.
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