El pasado sábado, el Estudio de Danza Sofía Abaitua celebró su festival de fin de curso en el Palacio Euskalduna de Bilbao.

Intentando dejar a un lado el hecho de que mi pequeña estaba entre las alumnas que participaban en este espectáculo, he de reconocer que salí encantado de lo que vi. El impresionante trabajo realizado por profesoras y alumnas. Un programa que fue combinando danza clásica con danza moderna. La espontaneidad y desparpajo de las más pequeñas y la belleza y elegancia de las jóvenes bailarinas. Neófito como soy en este tema de la danza me atrevo, sin embargo, a decir que “hay madera de artistas” en el plantel del Estudio de Danza Sofía Abaitua. El teatro escogido en el Euskalduna estaba casi al completo en su aforo. Padres y madres, hermanos, padrinos, abuelos, tíos y amigos éramos el público entregado que, con el aplauso, premiamos cada actuación de las pequeñas y jóvenes estrellas.

El programa que nos ofrecieron incluía piezas que han obtenido premios en certámenes de danza celebrados en este curso. La música clásica se alternó con el rock, el rap, y el swing. Y algunos temas se reconocían como el de la película La La Land, el Nunca Jamás de la historia de Peter Pan, o la que nos recordaba la famosa serie de los 90 El Príncipe de Bel-Air. Sin duda que, de no ser por la presencia de mi hija entre las pequeñas bailarinas, la danza hubiese seguido en la lista de disciplinas artísticas y deportivas que no han llamado mi atención, hasta la fecha. Quiero, como padre y como espectador, felicitar el trabajo que se realiza en Vitoria-Gasteiz en el mundo de la danza por parte del Estudio de Danza Sofía Abaitua, que es el que he tenido la oportunidad de conocer, y, ojalá un día podamos disfrutar de este espectáculo también en nuestra ciudad.