El descenso del paro registrado, según los datos que ayer ofreció el Ministerio de Empleo y la Seguridad Social, en los servicios de empleo en Euskadi con una reducción de 8.626 personas durante el pasado año y que sitúa la cifra total de parados en 127.547, confirma la reducción del desempleo en la CAV por quinto año consecutivo, representando un descenso del 6,33% en un año. A esta quinta caída anual consecutiva de las personas inscritas en las oficinas de Lanbide hay que añadir el cierre del año 2017 con 18.696 afiliados más a la Seguridad Social hasta alcanzar las 943.987 personas inscritas, lo que supone un incremento del 2,02% con respecto a 2016 sellando un buen final de año tanto en el empleo como en el número de las afiliaciones, animados por la campaña de Navidad. Son datos que invitan a ser positivos en cuanto a las cifras conocidas pese a que, una vez más, los números no debieran dibujar un escenario autocomplaciente y satisfactorio. La letra pequeña que acogen los datos atendiendo a las características de la calidad del empleo protagonista en los últimos tiempos de un mercado laboral precario en aspectos como la temporalidad, los salarios bajos o el estancamiento del paro femenino (pese a cosechar en diciembre mejores datos que los hombres: baja 2,18% entre las primeras y entre los segundos aumenta un 1,49%) no invitan al triunfalismo y sí a la prudencia y a la consagración de la idea de que aún queda camino por recorrer en una senda de recuperación pero que a todas luces resulta insuficiente a niveles cualitativos. No obstante, sigue siendo un hecho que Euskadi acumula un lustro de descensos en el número de parados y que se apunta incrementos anuales también, por cuarto año consecutivo en el numero de afiliaciones, indicadores que invitan a estar prudentemente satisfechos respecto a una tendencia que se consolida con el empleo al alza, aunque amortiguado en ritmo de subidas en 2017 respecto al año anterior. Con todo, aún existen personas y núcleos familiares afectados por la falta de trabajo en este escenario de naufragio tras la prolongada y profunda crisis económica. A ellos y a trabajar por limitar la precariedad y garantizar la estabilidad debieran seguir fortaleciéndose las herramientas para conseguir una regularización del empleo tanto de cantidad como de calidad.