La salud del euskera, y en especial su penetración social y su uso entre la ciudadanía, es una de las preocupaciones y ocupaciones más recurrentes en Euskadi, y no solo entre los euskaltzales, autores, expertos e instituciones sino que también a nivel social se percibe la necesidad de dar protección a la lengua vasca, extender y normalizar su utilización cotidiana y dotarla de instrumentos para su modernización y expansión. La celebración hoy, 3 de diciembre, del Día del Euskera es, en este sentido, un buen momento para reivindicar el idioma y su uso, analizar su estado y considerar los muchos retos que tiene por delante para su supervivencia futura. En los últimos cuarenta años -momento en el que Euskadi recupera sus instituciones merced al autogobierno tras la larga dictadura que quiso hacer desaparecer su cultura y su lengua- el euskera ha salido del pozo en el que se encontraba y, gracias al esfuerzo de toda la sociedad, ha obtenido un desarrollo impensable hasta entonces. El gran consenso social alcanzado en torno al euskera ha permitido que, aun con diferencias y carencias evidentes, la lengua vasca esté presente en la vida de decenas de miles de personas. Es, por tanto, un patrimonio de todos los vascos, dominen el idioma con fluidez, apenas lo hablen o lo respeten aun sin entenderlo. Un patrimonio cultural pero también personal y social, un vehículo para la comunicación y que forma parte de la identidad de Euskadi, de todos y cada uno de los vascos. Felizmente, parecen estar desapareciendo actitudes que derivaban en intentos de patrimonializar ideológicamente el euskera -tanto a favor como en contra-, de utilizarlo como arma arrojadiza contra el adversario y como un instrumento más de la batalla política, lo que ha supuesto un lastre para la propia lengua, perjudicada por estas instrumentalizaciones. Hoy, el euskera es un idioma más vivo que nunca, presente en todos los ámbitos sociales, moderno y atractivo. No cabe duda, sin embargo, de que su principal reto -porque de ahí deriva su debilidad y, en consecuencia, su riesgo de dejar de ser una lengua útil y viva- es el de su utilización más allá del ámbito educativo o de grupos reducidos. Y es ahí donde estamos todos concernidos -euskaldunes de cualquier nivel de conocimiento e instituciones- para colocar al euskera en primera línea de uso y comunicación.
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