El 1 de agosto, Diario de Noticias de Álava publicó el reportaje Escritoras por encima de todo. En él, una de las autoras entrevistadas, Mónica Arana, declaraba lo siguiente: “Tuve una malísima experiencia con una editorial vinculada a la UPV. Con contrato de por medio nunca me pagaron y lo que es peor? nunca supe qué hicieron con mis libros. ¿Sabes qué es lo que me dijeron cuando reclamé? Que los contratos están para incumplirlos”.
Sin duda no era esa la intención, pero ese comentario, sin más precisiones, puede hacer un daño enorme a la imagen de la Universidad del País Vasco. Se habla en él de una editorial, notablemente incumplidora (cuyo nombre no se cita), y se la vincula con la UPV/EHU (cuyo nombre, en cambio, sí aparece citado). Como directora del Servicio Editorial de la universidad, debo hacer algunas precisiones: la Universidad del País Vasco y su servicio editorial rechazan absolutamente las prácticas denunciadas en el artículo, pero quieren aclarar, del mismo modo, que la UPV/EHU no tiene ninguna vinculación, de ningún tipo, con la editorial que las llevó a cabo, editorial cuyo nombre no citamos, al menos porque así fue la voluntad de la escritora.
La UPV/EHU quiere subrayar que desempeña su trabajo editorial con el máximo respeto a los derechos intelectuales y económicos de los autores y reprueba, por supuesto, prácticas como las descritas en el artículo en cuestión.