El aumento de la calidad de vida y, en gran parte como resultado de ello, de la esperanza de vida en Euskadi es un hecho social de extraordinaria relevancia que está suponiendo una auténtica revolución social y económica pero que también tiene sus consecuencias. No en vano los mayores de 80 años en nuestro país se han duplicado en los últimos veinte años y se estima que para el año 2029 habrá en Euskadi más de 200.000 personas que superen esa edad (un 10% del total de la población vasca), con nada menos que 3.000 centenarios. En este contexto de progresivo envejecimiento, la salud de la población en general pero en particular de los mayores juega un papel fundamental. Según la última encuesta de Salud de la CAV elaborada en 2013, la gran mayoría de los vascos (el 80%) perciben su salud como buena o muy buena, habiendo aumentado un 30% en la última década. Aun así, quedan aspectos a mejorar en la atención a la salud de nuestros mayores. Es destacable que seis de cada diez vascos que superan los 65 años tomen de media ocho o más fármacos diarios en sus diferentes tratamientos médicos, una cifra que, objetivamente, parece excesiva. Aunque, en contraposición, hay un 10% de mayores de 70 años que no toma medicamento alguno, lo cierto es que, tal y como corroboran los datos, la polifarmacia es un problema muy extendido en nuestra sociedad y tiene diversas causas, que van desde las políticas públicas de salud hasta la actuación de los profesionales -en especial los de Atención Primaria-, habituados también quizá a la prescripción excesiva presionados en muchas ocasiones por los propios pacientes -que en general pueden no sentirse del todo bien atendidos si no reciben un tratamiento en forma de medicamento- e incluso por la industria farmacéutica. Resulta evidente que esta polimedicación excesiva puede ser perjudicial en todos los sentidos, en especial para la salud de los propios mayores, ya que puede tener efectos secundarios, sufrir duplicidades e interacciones indeseadas. Osakidetza ya ha iniciado un programa piloto para el seguimiento de pacientes crónicos polimedicados con el objetivo de reducir la prescripción de algunos fármacos. Un plan que debe llegar a los profesionales de la medicina, farmacias e incluso a la población, en forma de campañas informativas.