El Gobierno de Mariano Rajoy está llevando a cabo en los últimos tiempos actuaciones sumamente contradictorias respecto a su tantas veces anunciada disposición al diálogo y el acuerdo. Este pasado sábado, el presidente español ponía en valor durante su discurso en las jornadas sobre Miguel Ángel Blanco celebradas en Bilbao los últimos acuerdos alcanzados con el PNV en contraposición al procés que se está llevando a cabo en Catalunya y que calificó de “delirio”. Más allá de la interpretación torticera que Rajoy realizó al comparar ambos ámbitos -ahondando en la falsa dicotomía vascos buenos-catalanes malos, que hace apenas unos años era exactamente al contrario-, el líder del PP parece obviar que lo acordado hasta ahora y lo que se espera pueda acordarse en el futuro son derechos legalmente reconocidos fruto de una relación de bilateralidad que aún debe tener mucho mayor recorrido. Rajoy insistió en su alegato -interpretado más como una innecesaria e interesada pulla a Puigdemont y al independentismo catalán que como una defensa real de los acuerdos en Euskadi- en que la concertación debe ser siempre el camino a seguir. “Esta forma de trabajar va unida a las palabras pacto, acuerdo y entendimiento. Eso es lo democrático y lo que produce resultados positivos para todos”, dijo de manera solemne el presidente del Gobierno. En efecto, el diálogo y el acuerdo entre las partes debe ser siempre el objetivo de la política. Rajoy va a tener, de nuevo, la oportunidad de demostrar que esas palabras son algo más que un mero argumentario, en Catalunya y en Euskadi. Los acuerdos sobre la liquidación del Cupo y la nueva ley quinquenal, con ser sumamente importantes para la sociedad vasca, no agotan las reivindicaciones históricas que tiene Euskadi. Alcanzados estos pactos y rubricada la paz fiscal para varios años, quedan ahora por abordar otros asuntos de gran importancia política y que tienen que ver directamente con el desarrollo del autogobierno y la capacidad de decidir de la ciudadanía vasca y sus instituciones, con trasferencias pendientes desde hace más de 35 años en materias vitales como la gestión de la Seguridad Social, prisiones y ferrocarriles. Es ahí donde Rajoy y su Gobierno, en lo referido a Euskadi, demostrarán, más allá de sus urgencias y debilidades, su verdadera apuesta por “el pacto, el acuerdo y el entendimiento” del que presumen.
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