el Tribunal de Cuentas dio el pasado jueves carpetazo a la demanda contra la presidenta navarra, Uxue Barkos, por el cobro de dietas cuando era concejal de Iruñea interpuesta por Justicia et Veritas, una de las vías que utiliza la derecha más reaccionaria para judicializar la vida política. El órgano fiscalizador absuelve a la hoy presidenta foral de la responsabilidad contable que se le reclamaba con manifiesta inconsistencia y mala fe, explicitando que las reuniones de Barkos “no parecen desproporcionadas ni difíciles de realizar”. La resolución del Tribunal de Cuentas viene a desacreditar así las acusaciones contra Barkos, imputaciones que ya fueron desestimadas por los servicios jurídicos del Ayuntamiento de Iruñea, por la Fiscalía de Nafarroa, por la Cámara de Comptos y por el propio Tribunal Supremo. Y desnuda una brutal campaña de acoso a lo largo de cuatro años contra Barkos, a partir de la evidencia de que encarnaba el contraperfil para desalojar al régimen del poder primero y, en segunda instancia, para dificultar al máximo el retorno al poder de UPN. Una persecución política y personal que ha conllevado la instrumentalización retorcida de la ley y de los tribunales con el indisimulado y a la postre frustrado objetivo de menoscabar el apoyo democrático y social al Gobierno del cambio y a su presidencia misma. Toda una indignidad de los políticos y medios de comunicación que han dado pábulo a un impúdico montaje construido sobre burdas mentiras y manipulaciones, y que han quedado en evidencia en su desesperado intento por socavar el honor de Barkos por bastardos intereses personales y partidarios. Con el añadido de que se ha utilizado, una vez más, a las instituciones y a la justicia con el objetivo de debilitar y, en última instancia, acabar con el adversario político, una práctica demasiado habitual pero que, como es el caso, no siempre funciona. Aun así, las malas artes de UPN-PP no terminarán con esta derrota, ya que se enmarcan en la política de tierra quemada de la derecha unida contra todas las siglas que han censurado su legado para acabar mejorándolo con el sustento al Gobierno vigente. Una estrategia de derribo contra los antagonistas políticos que retrata su propia incapacidad para proponer alternativas, en el caso de Barkos, secundando incluso la vileza de denigrarla utilizando de forma rastrera el cáncer que padeció.