Los resultados del decisivo debate puesto en marcha por el colectivo de presos de ETA, (EPPK, en sus siglas en euskera) con la aprobación del documento base que ha supuesto la aprobación por parte del 73,4% del colectivo de asumir los planes para obtener beneficios penitenciarios a través de procesos individuales, no pueden suponer sino un paso positivo para el colectivo porque constituye la primera vez que se abre la puerta a que los presos y presas sean agentes de su propio futuro, lejos de los vetos impuestos durante años por el colectivo. La negativa a la hoja de ruta marcada en votación del 14,2% o los 38 reclusos que no han votado por diferentes causas no debieran generar inquietud respecto al escenario que ahora se abre puesto que históricamente sus integrantes han seguido las decisiones y líneas como colectivo, han actuado como tal y, una vez tomada la decisión, esta habrá de materializarse a través del acogimiento a la legalidad con el apoyo y la ayuda de todas las partes -empezando por los propios presos y su entorno- y a través de la legalidad penitenciaria y las medidas de resocialización. La decisión llega tras un debate interno en el que agentes externos como el Gobierno Vasco, a través del programa Hitzeman y su propuesta de vía legal de apoyo a los procesos legales de resocialización de personas presas, o la propia implicación del lehendakari Urkullu mediante el intercambio de misivas con los presos han desembocado en la adecuación del EPPK a la situación actual, superada la fase de resistencia y desbrozando un camino para avanzar en la vía individual a través de una reflexión crítica del pasado que habría de impulsar también de forma ineludible un escenario de cambio en la política penitenciaria llegada desde el Gobierno español. Que el colectivo levante el veto supone otro paso decisivo en el entorno de ETA tras el cese definitivo de las acciones armadas en 2011 y el reciente desarme el pasado abril. A la espera de la plasmación práctica con el acogimiento a la legalidad penitenciaria tras la histórica decisión del EPPK, un nuevo camino se dibuja para los presos y presas desde el convencimiento de que ETA no existe ni políticamente ni de cara a sus presos. No es tiempo, por tanto ya de apelar a la sociedad vasca sino de abordar una reflexión pendiente y caminar hacia el último paso: la disolución definitiva.