Estimado lector, estimada lectora, ustedes no son conscientes pero el principio de un nuevo apocalípsis está en marcha. Igual el calendario no les dice nada, pero los asesores de los partidos políticos y los periodistas sabemos que llegar a la mitad de la legislatura es como cuando te tomas esa copa de no retorno hacia la borrachera, termine ésta en alegre biribilketa o en terrible resaca. Me dirán que no, que todavía queda mucho, que mayo de 2019 está muy lejos, que esta cerveza, que esta copa, que este vino es sólo un trago más. ¡Ja!. Y no les cuento nada si antes de llegar a esas municipales y forales tenemos unas nuevas estatales de por medio, que al paso que va la burra, vayan ustedes a saber. Si uno está en el gobierno, éste es el instante en el que se da cuenta de las cosas que prometió y que no ha hecho todavía, sabiendo además que lo va a tener crudo de narices para aprobar los presupuestos de 2018 porque los de 2019 están perdidos para la causa desde el inicio. Si uno está en la oposición tiene que hacerse notar a través de ese doble trabajo siempre complicado de criticar y proponer sin pasarse para no dar demasiadas pistas. Y en el caso de unos y de otros, todo eso hay que hacerlo aplicando los ritmos de la tortura de la gota malaya.