El solemne ritual de traspaso de poderes y toma de posesión como octavo presidente de la República francesa celebrado en el Elíseo dio paso ayer a la era Macron tras la brillante victoria electoral del joven político centrista en los comicios del pasado día 14. Una etapa incierta que Emmanuel Macron intenta imbuir de optimismo pero que no está exenta de muchos riesgos y de importantes y ambiciosos retos que deberá afrontar desde hoy mismo, momento en el que elegirá a quien será el primer ministro galo y que marcará el devenir más inmediato de su Gobierno. El nuevo presidente se esforzó ayer en dar una imagen de hombre de Estado pero también hizo elocuentes alusiones a la confianza y el optimismo con los que quiere contagiar a la sociedad francesa. “El mundo y Europa necesitan hoy más que nunca de una Francia fuerte y segura de su destino, de una Francia que lleve en alto la voz de la solidaridad, que sepa inventar el futuro”, afirmó Macron en su discurso. Es decir, fortaleza, seguridad, solidaridad y futuro como ideas fuerza de su mandato. No lo tendrá fácil. La izquierda, que no quiso darle su apoyo ni siquiera para frenar a la ultraderecha de Marine Le Pen, ya le avisó de sus intenciones al día siguiente de su elección, con una manifestación contra sus políticas. Varios son los grandes retos a los que se enfrentarán el presidente y su equipo. En primer lugar, las elecciones legislativas de junio, que, con un partido en precario, marcarán de forma nítida esa capacidad de ilusionar que con tanto ahínco preconizó ayer y, sobre todo, su fuerza para implantar su agenda de reformas urgentes. La economía, con un desempleo (10%) alto para su capacidad y un crecimiento del PIB débil al que hay que añadir una estratosférica deuda pública (96%), será uno de sus principales caballos de batalla, donde necesitará apoyos para una nueva ley laboral y para la ejecución de las políticas sociales. Además, el terrorismo, que en los últimos años ha sacudido Francia con especial crueldad, y la seguridad deberá ser también una de las claves de su política, en la que la ultraderecha dará su habitual batalla xenófoba. La Francia de Macron afronta, en definitiva, el desafío de volver a ser la gran potencia que necesita Europa para contrarrestar el Brexit y la crisis económica y de valores mediante una verdadera Unión desde los principios de la libertad, la igualdad y la solidaridad.
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