Con tanto éxito deportivo, con tanta actualidad política municipal y con circunstancias tan sonoras como Garoña y Trebiño, Vitoria y Álava despuntan estos días en informativos de radios y televisiones autonómicas y nacionales. De hecho, parece que ya no hace falta que aparezca en uno de esos campos perdidos de la mano de Dios una patata de descomunales dimensiones para que un equipo de nosequé emisora se desplace para retratar al tubérculo como ejemplo del buen hacer de los agricultores de esa zona tan peculiar en la que se comen caracoles cuando es fiesta y en la que acostumbran a tirar del campanario abajo a muñecos ataviados con las más dispares galas como señal convenida para empezar a beber del frasco en masa como si no hubiese un mañana. Valgan estos anacrónicos (y poco inteligentes) comentarios fuera de tiesto para verificar la trascendencia mediática que está acumulando este terruño en pocos días. Incluso, ni siquiera es necesario que el alcalde de la capital tire de exabruptos de manual contra maleantes e inmigrantes para que el Ayuntamiento sea cuestión informativa de calado, que lo es y desde hace varias semanas como ejemplo de todo tipo de cuestiones relacionadas con los dineros. Eso sí, como periodista, a veces se echan de menos esas patatas colosales.