Rota la cáscara aparece el fruto semejando un cerebro, que a su vez mira al infinito celeste para escapar de lo cotidiano y llenarse de futuro con las millones de galaxias, cobijo de cientos de miles de millones de estrellas y planetas, en el espectáculo sin par que nos traen cada día los telescopios y satélites artificiales creados por los cerebros de los científicos, que no creen en milagros, y es por eso que están seguros de que hay otros seres inteligentes en el espacio, ya que matemáticamente es impensable que seamos los únicos en el universo. Según eso no estamos solos. El cerebro es al universo como las encinas al paisaje. “¡? encinas, pardas encinas, humildad y fortaleza!¿Qué tienes tú, negra encina, campesina? Brotas derecha o torcida con esa humildad que cede sólo a la ley de la vida que es vivir como se puede.”, canta Machado. Yo creo que si existen, no aparecen porque les damos mucha pena y bastante miedo. Si son inteligentes pensarán que es mucho mejor estar solo que mal acompañado. “Begiak noraino, nahia haraino.” Donde llegan los ojos, ahí llega el querer.”