sesudos politólogos sentencian que con la muerte de Fidel Castro se acaba definitivamente el siglo XX. Puede ser. Últimamente han pedido la cuenta, además del barbudo comandante, Margaret Thatcher y Mandela, Carrillo y Fraga, y algo antes Juan Pablo II; gente que dio forma a la Historia de un sangriento montón de años que fueron menos de cien, porque políticamente el siglo comenzó con la Gran Guerra y acabó con la caída del muro de Berlín, aunque algunos de sus actores principales hayan sobrevivido algunos años más. Fueron el reflejo de una colisión de ideas que marcó ese ciclo ya cerrado del que, sin embargo, todavía quedan testigos y protagonistas. El que hoy nos ocupa nació el año en que Mussolini prohibió los partidos políticos, cometió un robo a mano armada en tiempos del desembarco de Normandía, volvió a la cárcel al poco de bajar Fidel de Sierra Maestra, tocó para Jimmy Carter en plena Crisis de los Rehenes, y la Policía le requisó 62 gramos de hierba meses después de que cayera el muro anteriormente mencionado. No ha sido un modelo a seguir -diversas sentencias judiciales lo catalogan como proxeneta, voyeur o evasor fiscal-, pero es el padre del rock and roll, sigue vivo de momento y el año que viene saca disco. Se llamará Chuck, así, a secas.
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