Justo cuando se cumple un mes desde el inicio de la segunda legislatura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno español tras el año de bloqueo político que condujo a la insólita celebración de unas segundas elecciones generales, esta última semana ha sido pródiga en acuerdos en los que se ha visualizado una sintonía entre los grandes partidos tradicionales PP y PSOE en asuntos de cierto calado. Se trata de alianzas inéditas desde hace muchos años y que retratan un nuevo clima político sustentado en las propias necesidades de populares y socialistas. Si la legislatura anterior estuvo marcada por la mayoría absoluta del PP, que llevaba a cabo una política de imposición y de ausencia de diálogo y acuerdos, y por la oposición férrea del PSOE liderado por Pedro Sánchez, esta nueva etapa destaca por la imperiosa necesidad de Rajoy de buscar pactos a múltiples bandas y en diversos ámbitos para garantizar la gobernabilidad. En la última semana, PP y PSOE han alcanzado acuerdos en asuntos como la reforma de la Lomce que, de facto, supone la eliminación de la reválida de Bachillerato y su sustitución por una prueba similar a la Selectividad; la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), la fijación del techo de gasto para las comunidades autónomas; y la subida de impuestos como el de sociedades y algunos especiales como al alcohol y el tabaco. Todo ello ha tenido lugar a raíz del radical cambio de actitud protagonizado por el PSOE tras las maniobras internas que tumbaron el liderazgo de Pedro Sánchez y sus acólitos, propiciando que gracias a la abstención socialista Mariano Rajoy volviera a ser investido presidente. “En un mes, tras habernos abstenido, hemos conseguido cosas importantes”, reconoció sin ambages Antonio Hernando, el portavoz socialista que encarna a la perfección este giro copernicano en el PSOE. Más allá de que estos nuevos acuerdos entre populares y socialistas generen los lógicos celos en Ciudadanos -partido con el que el PP mantiene, al menos en teoría, un pacto para la gobernabilidad-, por su ninguneo en las negociaciones y su nula influencia, lo cierto es que se está produciendo un reforzamiento del tradicional bipartidismo PP-PSOE por la vía de los hechos. La negociación de los Presupuestos será, en este sentido, el gran termómetro que medirá el alcance del acercamiento entre ambos partidos y su apuesta por cerrar el camino a los emergentes.