Ayer se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Publicábamos en estas páginas un artículo de la europarlamentaria Izaskun Bilbao en el que hacía un cálculo aproximado en el que concluía que dedicar en el Parlamento Europeo un minuto de silencio a cada mujer asesinada por la violencia machista en la UE en la última década supondría callar la Cámara durante cuatro días, catorce horas y 35 minutos. 866 mujeres han muerto en el Estado víctimas de la violencia machista desde 2003, cuando se empezó a registrar la estadística concreta; se cometen una media de 1.200 violaciones al año, esto es más de tres al día. Un Eurobarómetro publicado el jueves concluía que el 27% de los encuestados en la UE afirma que “tener relaciones sexuales sin consentimiento” con una mujer puede estar “justificado”, por ejemplo si ha bebido o si viste con ropa “sugerente” o si no ofrece la resistencia suficiente. Un 25% de los españoles encuestados afirma que conoce a alguna mujer en su entorno más cercano que ha sido víctima de violencia sexual. Son solo algunas de las cifras, apabullantes porque detrás de cada una de ellas hay una mujer, madre, hija, hermana, esposa, compañera de trabajo, amiga, vecina... Una persona con nombres y apellidos. Miles de personas. Todos, mujeres y hombres, concernidos.
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