Así como de repente nos levantábamos ayer y, ups, sorpresa, un copo tonto, dos copos tontos, joder con los copos tontos, ostras que parece que nieva, pues empieza a cuajar en Gasteiz. Esa Vitoria blanca, tan bonita... salvo cuando la cosa se empieza a poner chunga -algún pecadillo mascullé por la mañana, lo confieso, cuando una baldosa tipo géiser me caló la pernera del pantalón-. Y no sé si era por ponernos metafóricos o mainstreaming pero mientras la nieve caía plácida sobre la ciudad, en el Parlamento Vasco andaban con la primera sesión del Pleno de investidura. Y claro, nieve y política, winter is coming... Juego de tronos. La legislatura arranca interesante. El acuerdo de PNV y PSE ofrece al nuevo Gobierno Vasco un suelo estable sobre el que trabajar, pero sin olvidar que han pactado espacios de discrepancias -fundamentalmente en el ámbito del autogobierno- que obligarán a ambos partidos a un esfuerzo extra de entendimiento y mano izquierda -indispensables en cualquier gobierno de coalición- y que ese esfuerzo también se tendrá que orientar -la búsqueda de las mayorías obliga- a una oposición en la que EH Bildu y Elkarrekin Podemos mantienen su particular pugna por el discurso más a la izquierda. Primer examen de calado, Presupuestos. Mucho terreno de juego y cuatro años por delante.