Ayer recordaba que Jorge Fernández Díaz contó una vez que tiene un ángel de la guarda llamado Marcelo que le ayuda “en las pequeñas cosas, como aparcar. Y también en las grandes”. Fernández Díaz, tras un miércoles de auténtico sainete en el Congreso, acabó vetado por la oposición como presidente de la Comisión de Exteriores y de la Mixta del Tribunal de Cuentas. El episodio sin duda demuestra la versatilidad del protagonista y el proverbial empeño de Rajoy por cuidar de los suyos hasta el final, mientras Fernández Díaz clamaba en los pasillos: “Yo no estoy en política para tener cargos, mi concepto de la política es servir al bien común”, para añadir que “los pactos entre caballeros se cumplen. En mi código entra eso”. El modo corleone iba dirigido al PSOE, que vivió un momento paulino, por lo de la caída del caballo, y decidió vetar a Fernández Díaz a pesar de que inicialmente pensaba atenerse al pacto de reparto de cargos en las comisiones. El PSOE necesita poder empezar a ocupar algún espacio en la oposición. El caso es que Marcelo debía de andar de guardia porque a última hora el PP se sacó de la manga un apaño, situando al ministro en la presidencia de la Comisión de Peticiones, una comisión “menor”, dicen, para la que ya no era necesaria votación. Otra crisis resuelta.
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