Ayer fue presentado el anuncio de la Lotería de Navidad de este año. En Loterías y Apuestas del Estado se empeñan últimamente en ponernos tiernos con estos anuncios. Supongo que desde el vuelve a casa vuelve de El Almendro, esta corriente publicitaria navideña la llevamos casi tatuada. Después del Bar de Antonio y de Justino, este año nos vende el décimo navideño Carmina, una maestra jubilada. No les hago spoiler. Pero me pararé con el eslogan: El mayor premio es compartirlo. ¿Se han fijado en un fenómeno que se produce en torno a la lotería de Navidad? Es lo que podríamos llamar el efecto ¿Y si toca? Es decir, ¿y si toca el número del trabajo y yo no lo he comprado y soy el único que se queda a dos velas? ¿Y si toca el número que juega la cuadrilla y yo no lo tengo? ¿Y si toca en el bar donde tomo el café por las mañanas? ¿Y si le toca a menganito y a mí no? Y así, hasta el infinito. De pronto te ves como el pardillo que casi compró el Gordo, casi... ¿No parece un sentimiento muy navideño, eh? La cara b de este bucle interminable -y oneroso- en el que puedes verte embarcado es, efectivamente, el de compartir décimos... A escote inversión y posibles ganancias. O pasar en moto de todo esto, porque sí o porque te niegas a cotizar al Ministerio de Hacienda o por lo que sea. Sea cual sea su opción, ya están aquí...
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