Resultado: 139-96. Y ganó la abstención. Mucho hilo va a hacer falta para coser a este PSOE roto entre sus propios cuadros y entre los cuadros y la base, desgarrón este último bastante más preocupante seguramente aun cuando Susana Díaz dejara en este psicothriller político una de esas frases que pasará a la posteridad: “El PSOE no solo es patrimonio de sus militantes, sino también de los ciudadanos que le han votado”. Poniéndonos resultadistas, la abstención en el Comité Federal de ayer logró un marcador más holgado que el desalojo de Pedro Sánchez (132-107). Mientras Mariano Rajoy saca brillo a su discurso de investidura y en el PSOE acaban de ponerle lazo a cómo ejecutará esa abstención -el PSC se reúne mañana-, precisamente esa referencia de Díaz a militantes y votantes servía ayer de argumentario a tirios y troyanos. Unos, para advertir de que unas terceras elecciones conllevarían “un nuevo retroceso electoral” que haría al PSOE “perder la capacidad de liderar la oposición y condicionar la acción del Gobierno”. Otros, para recordar que el PSOE se enfrentará tarde o temprano a las urnas y que lo hará en mejores condiciones si permanece fiel “a los principios y con un proyecto progresista de izquierdas y reconocible para los ciudadanos”. Y sigue pendiente la renovación de la Secretaría General.