Hubo un tiempo en que la palabra crisis estaba proscrita. Era la época de la desaceleración. Luego, varios amagos fallidos de brotes verdes después, el anatema lingüístico cambió de calle, de Ferraz a Génova, que pasó del Luis sé fuerte a “esa persona”. Ahora, defenestración pública y cruenta mediante de secretario general incluida y partido dividido ya se verá hasta dónde, el secretario de Organización del PSOE andaluz le ha puesto el cascabel al gato: “Ha habido unanimidad para evitar las terceras elecciones y la abstención es la única manera, no me produce urticaria”. El folletín de la investidura ha adquirido ya tales dimensiones que hemos llegado a que esto sea noticia. Y lo es. Porque hasta ahora ninguno de los dirigentes socialistas que rechazaron a Pedro Sánchez y su “no es no” a Mariano Rajoy había verbalizado su apoyo a la abstención a Rajoy, parapetados tras la gestora y probablemente mientras los ánimos se calmaban un poco. Y, sin embargo, aunque las quinielas dan por segura la victoria de la abstención en el Comité Federal del domingo -Miquel Iceta comenzó ayer a matizar su discurso sobre aceptar o no la disciplina de voto-, nadie se atreve a vaticinar hasta dónde llegará la división tras la herida del Comité que acabó con Sánchez.