No sé si la historia es real, pero me gustaría que lo fuera. Comienza en 2011. Érase una vez en New Hampshire un patio trasero de una casa con un gran charco de agua, donde nuestro protagonista fue secuestrado por alguien un día lluvioso. A los meses, su familia recibió una postal de nuestro protagonista. Desde Kuwait. Fue la primera de otras muchas postales. Desde Australia o desde Honduras, desde Sudáfrica o desde Holanda. Más de veinte países en estos cinco años. Nuestro protagonista debía de ser un romántico, escribía postales. Pero también se abrió un perfil de Facebook, con unos 800 seguidores entre ellos su familia, donde nuestro héroe iba dando cuenta de los lugares que visitaba, fotos posando en lugares emblemáticos o con otros viajeros. Y hace poco, nuestro protagonista colgó una última foto con una maleta y el mensaje “esperando por mi viaje”. La foto también fue vista por su familia, que reconoció el lugar: la acera frente a su casa. Y allí estaba Gale Ducky, con su maleta repleta de mapas, pulseras de la amistad e incluso una gorra con orejas de Mickey Mouse. Gale Ducky es un entrañable patito de goma, regalo a Alicia de un vecino al que cuidaba de niño. Nadie sabe quién se lo llevó hace cinco años en esta fantástica aventura.
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