Alguien debería reflexionar, en el chiringuito de la playa o en el despacho, allá donde les haya pillado a nuestros próceres políticos el último barómetro del CIS. Lo digo porque en un país encuestado entre el 1 y el 11 de julio, a las puertas de irse de vacaciones, el 77% dice que la situación política es mala o muy mala. El 90,3% sostiene que es igual o peor a la de hace un año y el 62,9% espera que dentro de un año la situación sea igual o peor. Es oficial, estamos entre enfadados y resignados, más bien diría lo segundo. Sigo leyendo el CIS y leo que el 78,6% de los sondeados se sitúa en la franja entre el 6 y el 10 en la que 0 es “completamente infeliz” y 10, “completamente feliz”. Resignados quizá, pero personalmente no tan mal. Porque entre los problemas que más afectan al ciudadano, “el Gobierno y partidos y/o políticos concretos” y “los/as políticos/as en general, los partidos y la política” aparecen muy abajo en la tabla. Ahora bien, los problemas citados que más afectan a España son el paro, la corrupción y el fraude, los de índole económica... Teniendo en cuenta que todos los anteriores son en buena medida responsabilidad del ejercicio de la gobernanza y la cosa pública, parece lógico que el 62,8% espere que la situación económica dentro de un año sea igual o peor. Puede que ya vayamos por la quintas elecciones...