Hace unas semanas, un compañero proponía en este espacio una especie de huelga a la japonesa electoral, un frenesí de citas con las urnas para que, cautiva y desarmada por la fuerza de la democracia, la política acabe por dejarnos descansar una temporada a los pobres ciudadanos. Me temo lo peor. A nada que se lo curren un poco, y van camino, las terceras están al caer. Y observo que el 25 de diciembre es domingo. Hombre, que ganarían mucho las típicas fotos del día, con Olentzero y Papá Noel y turrón a discreción. Esa campaña que empezaría el 8 de diciembre, en pleno puente de la Constitución. Opción B, modo resaca, el 1 de enero, armados con matasuegras a votar antes de ir a planchar la oreja después de darlo todo para recibir 2017. Esas jornadas de reflexión en torno a la mesa familiar de Nochebuena o Nochevieja... Por fin institucionalizadas las broncas políticas navideñas. Aunque no sé si el colocón del trinomio cava-langostinomazapán será suficiente para que votemos lo que nuestros políticos quieren. Así que a ojo me cuadra el 25 de junio de 2017 para las cuartas. Son necesarias. El año que viene no hay prevista ninguna cita con las urnas, ¿podríamos sobrevivir un año sin una campaña electoral? Ya no lo creo.
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