El Komando Kolleja se ahoga en un mar de dudas. Nadie sabe qué hacer. Todos proponemos algo, pero las tromentas-ekaitzak de ideas no estallan. Los facilitadores. Tienen que llegar de un momento a otro. Llaman a la puerta del escondite-zulo. Eso nos saca de nuestros pensamientos. Abre Mantangorri. La hemos perdonado sin más. Sin purgas-garbiketak. Y mira que la traición era grande, le recuerdo en voz alta pero disimulando. Me arriesgo a una semana de retiro en el Instituto de Lealtad y Convivencia del Gobierno, que tenemos conveniado para estas contingencias. Rafael apunta en su libreta. Son las normas del Komando Kolleja Quinta Asamblea y él es el jefe. Mantangorri entra con el cartero-postari y un chaval animoso-adoretsu. Viene de Deusto con un diploma en la mano. Lorea le acompaña al exterior del escondite-zulo. Le regala una pegatina-eranskailu. Siento que lo volveremos a ver. Estamos nerviosos. La carta sobre la mesa es de Brian Currin. Se le han acabado los facilitadores. Están todos ocupados-lanpetuak. Nos recomienda romper la tregua con un nuevo comunicado grabado en vídeo o con una acción-ekintza. El Komando Kolleja Sexta Asamblea -subimos de nivel, son muchos los acontecimientos- continúa ahogándose.
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