La mejora, actualización y profundización del autogobierno vasco tras más de 35 años de funcionamiento sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes que tiene Euskadi. Las grandes diferencias -en algunos casos, impostadas en exceso- sobre los principios, formas, límites y objetivos de este proceso han impedido hasta ahora abordar de manera racional y democrática este asunto. A lo largo de esta legislatura en Euskadi, se ha constituido en el Parlamento Vasco la llamada ponencia de Autogobierno, un foro que debía poner las bases para un acuerdo lo más amplio posible entre los partidos para llevar a cabo esta actualización del Estatuto de Gernika, que data de 1979. Los resultados, sin embargo y como es notorio, han sido nulos. Es evidente que el largo periodo preelectoral, electoral, postelectoral y de nuevo previo a dos comicios -las generales y las autonómicas- no ha favorecido -más bien, está impidiendo de hecho- la generación de un clima propicio para el diálogo leal y no partidista que tenga por objetivo real alcanzar el acuerdo. En un último intento, el PNV realizó el viernes una ronda de contactos con los partidos -a la que EH Bildu declinó asistir-, a quienes presentó una propuesta concreta sobre la que buscar puntos de encuentro y evitar que la legislatura quede desaprovechada en esta materia, precisamente cuando arrecian los ataques al autogobierno y aumenta el afán recentralizador del Estado. El documento, que parte de las aportaciones que cada partido ha realizado en la ponencia, plantea firmar en lo que queda de mandato un acuerdo de principios básicos y para la actualización del autogobierno, cuyo proceso debe iniciarse, tramitarse y aprobarse la próxima legislatura. La propuesta constata que, ante las divergencias entre los partidos, es necesario clarificar el concepto y condiciones del derecho a decidir y profundizar en el mismo, con la base de que las decisiones que adopte la ciudadanía vasca mediante procedimientos legales debe ser respetada por las instituciones del Estado. En definitiva, acuerdo, legalidad y respeto a lo que decidan los vascos. Aunque la respuesta del resto de formaciones -ayer mismo, la del PSE- ha sido negativa y en clave claramente electoralista, queda aún tiempo para el diálogo. Si el debate se cierra en falso como busca la oposición, será la ciudadanía quien, con su voto, valore los esfuerzos y posiciones de cada cual.