el Baskonia enamora en Europa. Sus victorias sobre el CSKA, Real Madrid y Barcelona, entre muchos otros, le han aupado a uno de los dos primeros puestos de su grupo en el Top 16 y, por tanto, se presenta como favorito a disputar la Final Four de Berlín. Luego se verá si se cumple el pronóstico en los cuartos de final pero, de momento, es evidente que el equipo de Perasovic está rebasando todas las expectativas que podían plantearse a comienzos de la temporada. El mismo Baskonia, no obstante, acumula cuatro derrotas consecutivas en la Liga -alguna sonrojante como la de ayer en Tenerife- y conserva a duras penas la cuarta posición que le daría cierta ventaja en el primer play off por el título. Se diría que son equipos distintos, pero no. Es la misma plantilla aunque, de una u otra manera, parece claro que ha optado por guardar fuerzas en una competición para poder dar lo mejor de sí misma en el escaparate continental. Parecería comprensible esta actitud habida cuenta de que las lesiones y la resta de rotaciones amenazan con mermar unas fuerzas pese a todo justitas para competir al más alto nivel. Sin embargo, es una actitud peligrosa y casi siempre nociva, como lo demuestra la experiencia. Lo que de verdad no entiendo es cómo no aprovechan algunos esta circunstancia para avanzar y reivindicarse.