Lo tuyo es puro teatro, que decía la canción. Curiosas estas no negociaciones que tienen más de escenificación, póquer y guerra de nervios que otra cosa. El viernes pasado, tras la reunión más gélida que se recuerda a ese lado del Ebro, me quedó la imagen de un Mariano Rajoy -cobra incluida- desabrido, noqueado, derrotado. Y eso que Esperanza Aguirre no le había asestado aún su última -por ahora- magnífica y sibilina puñalada. Pero, oficialmente, Rajoy espera -ayer Javier Maroto lanzaba una oferta de vicepresidencia al PSOE, el PP no se rinde, no se lo va a poner fácil-. Igual que espera Pedro Sánchez, a que Podemos nombre una comisión negociadora, mientras Pablo Iglesias espera también, a reunirse con Sánchez. La pescadilla y tal. Ayer medió Alberto Garzón con intento de desbloqueo a cuatro -Podemos, IU, Compromís, PSOE- que los socialistas se piensan, mientras presionan en el tablero, a izquierda y derecha, vendiendo avances con Ciudadanos y jugando al juego de buscar -o forzar- las abstenciones. Parece que Podemos y PSOE están más bien enzarzados en la batalla del relato postelectoral, protagonistas de un duelo de miradas en una tensa partida en la que pierde el primero que se levante de la mesa, sensación de que quizá ni quieren ni pueden pactar.
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