Pues ya hemos alcanzado el mojón de los cincuenta días. Para estar ante una segunda transición -dicen-, no se les ve a los protagonistas especialmente deseosos de hincarle el diente. Repasando un poco lo ocurrido, estamos ante un candidato primero que ha declinado su candidatura sin haber hecho otra cosa por buscar algún apoyo que simplemente esperarlo -cómete tú el brownie le dijo Mariano Rajoy a Pedro Sánchez, quien hasta entonces había manifestado vivo interés en que ese brownie del no del Congreso se lo comiera el candidato popular- y un candidato segundo que al parecer tampoco ha movido medio dedo hasta la semana pasada, cuando abrió una ronda de líderes antes de meterse en harina, ya esta semana, con un documento programático sobre el que negociar. Sin estrés. En todo esto tiene su punto -de ironía o de algo- que el PP pretendiera adelantar el Pleno de investidura, que unos y otros hayan conseguido que un Ciudadanos de bajón tras el 20-D acabe de perejil de todas las salsas, que Podemos condicione una negociación a ser el único protagonista -por ahora, han conseguido que el PSOE les baje del gallinero- y que Sánchez tenga, y ya es decir, al hueso más duro de roer en su propia casa. Cincuenta días y subiendo. Vuelva usted mañana.