llevan el gobierno de la hacienda de la casa y de la cocina, ese espacio simbólico donde se desarrolla toda la vida familiar. Esto supone estar pendiente de cada uno, al quite de sus problemas y necesidades, de que lleven una vida ordenada. Conlleva estar al cuidado -material y afectivo- de los más pequeños -hijos o nietos- y de los más mayores, entre maridos, padres, suegros o abuelos. Implica llevar el peso de la labranza y el sustento emocional de la casa. Ejercer de enfermeras, labradoras, educadoras, asistentas, psicólogas, modistas, economistas, mano de obra barata y cualificada, cocineras o confesoras de la casa. Sí, pero todo eso puertas adentro. Emakunde acaba de conceder su premio de Igualdad 2015 a la Red de Mujeres Rurales de Álava. Se trata de una organización asociativa que lleva más de 15 años tejiendo redes de empoderamiento, participación social, solidaridad y sororidad entre las mujeres del medio rural alavés. Desde planteamientos de fondo sobre la igualdad y su mirada del mundo hasta cuestiones tan mundanas como el transporte -fundamental para favorecer la autonomía de las mujeres- o herramientas como aprender a decir no. Y todo de puertas afuera. Quizás estas curtidas mujeres tengan mucho que enseñar a esas jóvenes urbanas profesionales tan sobradamente preparadas.
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