Entramos en la semana previa a las elecciones y noto nerviosos a los partidos viejos. Los llamo así para diferenciarlos de los otros, ya me entienden, que en absoluto es mi intención desprestigiar a nadie y menos aún a los que con tan buenas intenciones, seguro, han guiado el reino desde la muerte de Franco. Oigo a Pedro Sánchez -por si alguien todavía no se ha enterado es el líder socialista- apelando al voto útil para echar al PP del poder. Que si votar a Ciudadanos es darle coba a la derecha que apoyará a Rajoy -este es el presidente- y que si votar a Podemos es dividir a la izquierda y que, por tanto, también se beneficiará a Rajoy. O sea, todo lo que no sea votarle a él es perpetuar al PP en el poder. Muy lógico, sí señor. Casi me convence... hasta que me entero de que Rajoy defiende que el único voto útil es al PP, que si no le renovamos la confianza volveremos a las nefastas andadas de Zapatero o, en caso de apostar por los nuevos -ya me entienden-, estaremos abocados a aventuras de dudosa resolución. ¡Jopé! pues también tiene argumentos el gallego. Aunque luego pienso un poco y me doy cuenta de que me están insultando. Porque una cosa es que me pidan apoyo y otra es que me increpen por votar a otros. El único voto útil es el de cada uno. Y cada uno sabe por qué vota y a quién.