desde la celebración de la Cumbre de Kioto en 1997, cuyo protocolo fijaba la reducción en un 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2015, las periódicas convocatorias de seguimiento no han hecho sino constatar las dificultades para cumplir esos objetivos, sobre todo por la falta de implicación de los principales países contaminantes, EEUU, China e India. Tampoco parece que la Cumbre de París vaya a concluir mañana, pese a las optimistas expectativas iniciales, con poco más que buenas intenciones y limitados compromisos. Ni China ni India parecen dispuestos a ir más lejos de los habituales compromisos a largo plazo, hasta ahora poco efectivos para lograr una reducción real de la emisión de gases contaminantes. Un año más -la próxima cita será en Marraquech- la pretensión de que la lucha contra el cambio climático sea vinculante no ha pasado de las buenas intenciones, de los discursos grandilocuentes o incluso del desdén indisimulado. Pero el calentamiento global continúa imparable y constante. Y los daños que causará en el planeta amenazan con ser irreversibles, según los sucesivos informes elaborados por la ONU. Ya no hay discusiones entre los científicos a este respecto, como lo demuestran los datos de crecimiento del nivel de CO2 sin precedentes en al menos 800.000 años y constante aumento del nivel del mar. En París también se ha hablado de responsabilidades diferentes entre los países más desarrollados y los menos, que son, además, los que más sufrirán las negativas consecuencias del calentamiento de la atmósfera y los océanos y la reducción de la capa de hielo de los polos. La advertencia está lanzada aunque desgraciadamente la capacidad de influencia de la ONU es cada vez menor, como lo demuestra el escaso eco que sus conclusiones encuentran en los países más poderosos, los que realmente tienen la llave para aplicar medidas efectivas que cambien esta tendencia autodestructiva. Los precedentes ante advertencias similares son poco halagüeños y sirvan como ejemplo los resultados de cumbres anteriores en Lima, Durban, Copenhague, Doha, Varsovia o Cancún. En todo caso, Euskadi se ha sumado al compromiso a reducir las emisiones un 40% en los próximos 15 años y en un 80% hasta 2050 dentro de la alianza The Climate Group que ha agrupado a 44 gobiernos regionales de todo el mundo.