Aun partiendo de la base conocida de que el año 2014 fue un ejercicio atípico por la sustancial reducción de víctimas mortales en las carreteras de la Comunidad Autónoma Vasca, y sea oportuno huir de la comparación exclusiva con los datos de ese ejercicio, lo ocurrido hasta la fecha en este año sugiere que 2015 va a registrar un fuerte repunte de los fallecidos. El periodo vacacional, circunscrito estadísticamente a julio y agosto, se había cerrado con un aumento de las muertes en las carreteras vascas en comparación con el año anterior, pero es cierto que la serie histórica hablaba de un ciclo quizá menos preocupante si se comparaba con ejercicios precedentes. La razón era que, pese al oasis de 2014, cuando solo fallecieron cuatro personas en los desplazamientos veraniegos por la red vial de Bizkaia, Araba y Gipuzkoa, las nueve registradas este año permitían mantener una línea descendente en la última década. No obstante, en solo seis días, septiembre ha demostrado que hay motivos de preocupación para temer que el repunte se produzca si no se restablece la tendencia previa. Con los tres jóvenes fallecidos ayer en Azpeitia, son ya cinco las personas que se han dejado la vida en un coche en la primera semana del mes y elevan a 14 el número en lo que llevamos del tercer trimestre del año. Extrapolando la tendencia, estaríamos abandonando el ciclo virtuoso de reducción de la siniestralidad mortal, aunque aún estemos lejos de los peores escenarios. Quizá la constatación en fechas pasadas de que la seguridad vial se ha incrementado y la siniestralidad se reduce de modo constante en los últimos años nos lleve a la falsa sensación de que las carreteras permiten relajar nuestra atención. La pasada Semana Santa fue un éxito en este sentido, sin víctimas en las carreteras vascas, y sin embargo los meses de mayo y junio sí registraron un mayor número de accidentes. Igualmente, ahora apenas acabábamos de recibir los balances del verano con cierto optimismo y se reproducen los hechos luctuosos. Con independencia de otras coyunturas, es momento de atender a los indicios: los desplazamientos masivos no son necesariamente los de mayor riesgo; los interurbanos en distancias cortas sí lo son. La velocidad y la fatiga también son factores presentes. Y la responsabilidad es fundamental.