Una de mis pelis favoritas es La gran evasión. Esos “neverrrrrra” que el enorme Steve McQueen acataba a base de pelotita de béisbol, escena -y película- homenajeada por cierto en un grandísimo capítulo de Los Simpson en el que Maggie lidera el movimiento de liberación del chupete en la guardería. Me viene La gran evasión a la memoria leyendo las noticias sobre la hollywoodiense fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, capo del cártel de Sinaloa, de una cárcel de alta seguridad mexicana. Cuentan las crónicas que el tipo se fugó por un túnel de 1.500 metros de longitud, que contaba incluso con sistema de iluminación. Calculan que para ejecutar tal obra, los hombres de El Chapo tuvieron que desalojar entre 2.400 y 3.250 toneladas de tierra. En la peli, los presos del campo de concentración excavaban tres túneles -Tom, Dick y Harry- y se deshacían de la tierra con un ingenioso sistema de bolsitas cosidas en el interior de sus pantalones que se abrían mientras paseaban. El equipo de zapadores del narco, al parecer, se deshacía con toda tranquilidad de la tierra con camiones desde una pequeña caseta a la vista de las torres de la prisión. Varias decenas de guardias del presidio, incluido su director, han sido detenidos. La realidad, más truculenta, se ha revelado bastante más eficaz que la ficción.
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