Además, se han modificado cuestiones como la eliminación del término preferente en la custodia compartida por el que “se adoptará siempre que no sea perjudicial para el menor” y sólo se pide en los casos en que los dos progenitores han sido padres responsables antes de su separación.
Es llamativa la contradicción en la que incurre el lobby feminista, que mientras dura la relación de pareja exige que el padre se ocupe al menos del 50% del cuidado del menor y cuando se rompe, utilice la discriminación por razón de sexo contra el padre. Y no se hace por el bienestar del hijo, sino por deseos egoístas o ganas de venganza con el poder que les ha dado hasta ahora la jurisprudencia a las madres.
Lo más importante de esta ley es que se avanza mucho en los derechos de nuestras hijas e hijos a vivir las experiencias que les aportan sus dos progenitores, a vivir el contacto y experiencias con los familiares de ambos, y en especial con sus abuelos, y el derecho al desarrollo de sus potencialidades que les abren estas vivencias. Lo contrario sería como cortales las alas.
Se nos llena la boca del término derecho a decidir, pero parece que en esta cuestión no interesa saber la opinión de la gente. Le reto a Bildu a que promueva una consulta popular sobre este tema y es de resaltar que sus posturas internas son muy diversas. En la legislatura anterior, EA y Aralar, así como muchos militantes de Sortu, se mostraban de forma clara a favor de la Iniciativa Legislativa Popular de custodia compartida. Pero el lobby feminista de la izquierda abertzale ha impuesto su opinión a todo el conjunto de EH Bildu. ¿Dónde queda la democracia interna y la diversidad de opiniones?
Si la izquierda pide la liberación y derechos de todo tipo de movimientos (clase social, orientación sexual, raza, nación, mujer o ecología), estaría bien que integrara la lucha por los derechos de las niñas y niños, sin equipararlos a los deseos de la madre o el padre.