puede que algún día lleguemos a pensar que la globalización de la cultura no llegó hasta que se inventó Twitter o, a lo sumo, que se remonta hasta la era de Internet. Pero la transmisión de ideas, conocimientos y visiones del mundo era ya una realidad a través de canales tan sofisticados como el Camino de Santiago o los mensajes cifrados que viajaban de torre en torre -las numerosas atalayas de la Llanada alavesa trazaban toda una cadena de fibra óptica-, antecedentes de la revolucionaria imprenta. Quizás por ello resulta sorprendente el hallazgo que acaba de protagonizar Marcos García Díez, profesor de la Facultad de Letras del Campus de Álava de la UPV. Hace 20 años, construyendo una carretera en un desfiladero asturiano, se descubrió la cueva de La Covaciella con un conjunto de pinturas y grabados del Paleolítico superior. Pues bien, resulta que estas grafías tienen una altísima similitud con otras de los Pirineos o de tierras francesas, lo que obedece a que las obras “sean del mismo taller o de una misma escuela, es decir, que diferentes personas que han tenido contactos comparten una misma forma de pintar o grabar? de pensar o de entender el mundo”. Es difícil explicarlo en 140 caracteres, pero no deja de resultar asombroso. Y 16.000 años antes de Internet.
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