Mi mente obtusa se empeña en no permitirme comprender ciertas cosas. La Avenida de Gasteiz era ayer un puñetero lío, y lo seguirá siendo durante esta mañana; de hecho, toda la ciudad se complica cuando llega una vuelta ciclista. Y he aquí la cuestión: ¿por qué tiene que plegarse toda una capital a una carrera de bicis de carácter profesional, con sus patrocinadores, equipos que manejan una pasta que ustedes y yo no veremos jamás, con directores y responsables que sin duda viven mejor que muchos de nosotros? Soy de los que piensan que si una vuelta ciclista profesional, sea a Euskadi, País Vasco, Euskal Herria o España, quiere organizar una llegada en tal ciudad, cualquiera que sea, quien debe pagar por el uso del asfalto ciudadano es la organización, cuyas cuentas estarán más saneadas que las de muchos ayuntamientos. Me dirán que los equipos y la caravana publicitaria que los siguen dejan dinero con sus comidas y ocupan camas de hotel, como se dice ahora. No lo niego, pero también lo harían si la organización de la vuelta, ésta o cualquier otra, pagara por la invasión de la ciudad. Mientras tanto, seguiremos dedicando dinero y personal públicos para poner una alfombra a empresas de carácter privado. El espectáculo creo que no compensa.
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