decía Dusko Ivanovic que para un equipo ganador no había diferencia entre partidos importantes y otros considerados menos fundamentales, que el cansancio no existe, que es solo un estado mental, que los equipos juegan como entrenan y que aludir a las bajas para explicar las derrotas se trata de una excusa de perdedores. De su mano, el Baskonia vivió los momentos más gloriosos de su historia aunque también es cierto que aquella filosofía de sargento de hierro llegó a cansar a muchos de sus jugadores y a los propios aficionados. Sin embargo, en partidos como el que ¿jugó? ayer el Laboral Kutxa en Tenerife vuelven a tomar vigencia aquellas consignas que el técnico montenegrino repetía, y aplicaba, hasta la saciedad. Porque da la impresión de que los jugadores han tomado la decisión de elegir la trascendencia de los partidos. Y que han llegado a la conclusión de que lo importante ahora es la Euroliga y que es quizá hasta conveniente reservar fuerzas en la Liga hasta agotar las posibilidades de clasificación para el Top 8 continental. La experiencia ha demostrado en numerosas ocasiones que este tipo de cábalas no suelen entrañar buenos resultados. Un equipo que pierde por 35 puntos de diferencia no está resguardándose de nada, solo hace el ridículo y da vergüenza.