las perspectivas de crecimiento y recuperación anunciadas por el lehendakari Iñigo Urkullu al revisar las previsiones económicas de este ejercicio y sumar seis décimas al PIB vasco -hasta el 2,3% de incremento, lo que permitiría crear 14.400 nuevos empleos- confirman la apertura de un nuevo ciclo que, al menos durante los dos próximos años, se dibuja en positivo. Ahora bien, que la recuperación del pulso de la economía vasca tras siete ejercicios de crisis vaya más allá de este impulso y que se estabilice en un periodo continuado de prosperidad depende, sin lugar a dudas, de las premisas de la creación de empleo estable y de calidad y de la puesta en marcha de nuevos proyectos industriales. En la pretensión de crear puestos de trabajo, con especial hincapié en la empleabilidad de los jóvenes, el servicio vasco de empleo afronta un complicado reto. Hasta el momento, y por diversos factores coincidentes -desde la profundidad de la crisis a la inclusión de nuevos servicios en su propia gestión-, Lanbide no ha podido desarrollar en toda su potencialidad la intermediación entre la creciente demanda de trabajo y la menguada oferta de empleo que ahora deberá potenciar, aunque sin descuidar la asistencia social mientras los efectos de la crisis perduren. Pero el cumplimiento de esa primera premisa de creación de empleo se antoja harto difícil si no se ponen en marcha nuevos proyectos industriales que oferten productos competitivos en un mercado globalizado y no se acompañan de inversión en formación e I+D+i, además de la imprescindible colaboración público-privada y la decidida apuesta institucional. En lo que respecta al territorio alavés, donde se cuentan todavía 27.900 personas en paro -únicamente apenas 100 menos que hace un año- la Diputación que preside Javier de Andrés ha caído durante este mandato en una absoluta inacción en materia de promoción económica y creación de empleo. El equipo foral del PP se ha limitado a fiar su suerte a que una bajada de impuestos -siempre más retórica que efectiva- iba a estimular la actividad empresarial, pero con nulos resultados. Y enfrascada en este mantra, la Diputación ha renunciado en cambio a la inversión pública, al apoyo al tejido industrial de las pymes y al empuje de la I+D+i alavesa. Precisamente las premisas que requiere la recuperación.